lunes, 10 de agosto de 2015

Película: Wittgenstein (1993)

Hoy doy pelea a la paja comentando una peli que vi hace casi un mes. Casi hago trampa y no la cuento, pero tengo que tener alguna disciplina, aunque sea algo tan irrelevante para mi vida funcional como es tirar unas palabras sobre lo que veo y leo.

Wittgenstein es una película del año 1993, dirigida por Derek Jarman y que retrata la vida y el pensamiento del filósofo que da su nombre a la obra. Dato mish: Terry Eagleton como co-guionista.

Brocacochi buena onda.
Un Ludwig Wittgenstein niño (interpretado con aplomo por Clancy Chassay) nos introduce al relato de su vida, la cual se desarrolla en un estlo teatral: el dramatis personae de rigor, escenografía simple sobre fondo negro, punto de vista único (aunque variando planos) y total, actuaciones más afectadas y parlamentos más concisos. En este viaje conoceremos, además del filósofo y su pensamiento, a su familia, sus trabajos, sus colegas, sus estudiantes y a su amante.

Las escenas protagonizadas por el Ludwig niño son más atractivas por su visual metafórica, que logra dar cuenta de conceptos y estados anímicos, aunque nada impenetrable intelectualmente, nada de qué espantarse. Al contrario, las escenas del Ludwig adulto (Karl Johnson) son más realistas y esquemáticas, aunque sí son más peludas de entender ya que nos muestran su pensamiento filosófico, caracterizado por la jerga académica y, en el caso particular de Wittgenstein, por el aforismo nuclear y condensado.

En alguna parte leí que la academia es uno de esos lugares que, al mismo tiempo que gozan de prestigio, también acogen a las personas más raras y disfuncionales, gente que en otros lugares serían unos parias. Algo así como unos chamanes (en lo excéntrico) pero más picados a sumos sacerdotes (por lo sibarita y poco terrenal). No sé si esto será cierto, pero es más o menos lo que trata Derek Jarman al mostrarnos a un Wittgenstein reñido con el mundo académico, personificado en la dupla del filósofo Bertrand Russel (Michael Gough) y el economista y reclutador Maynard Keynes (John Quentin). Su transgresión no consiste aquí en un estilo tan directo o denunciante como sí en un carácter que combinaba la atracción por el trabajo terrenal (anatema para Russel y Keynes) con un pensamiento riguroso rayano en la autodestrucción epistémica. Desde esta personalidad se embarca en una guerra personal contra el chamullo que lo lleva a plantear la muerte de la filosofía a través de una lógica definitiva que lo explicara todo desde el átomo del lenguaje. Alto proyecto que debo reconocer que me seduce.
Malditos filósofos, arruinaron la filosofía.

Creo que esta película no debe ser vista como una revelación biográfica ni como la humanización del personaje. No es lo primero, porque ya habiendo escuchado sobre las excentricidades de Wittgenstein, acá no se encontrará nada nuevo: están todas sus mañas y sus locuras. Tampoco lo segundo, porque si bien se rehúsa a retratar a un filósofo como un ser de ideas pero de quien no se tiene idea de cómo logra comer o vestirse, mostrando sus redes familiares y sus lazos con la academia, sigue manteniendo una capa de misterio sobre el hombre, sobre lo que pensaba y sentía en su fuero interno. No encuentro que esto sea malo en términos de narración, pero sí podría desilusionar a alguien acostumbrado a las biopics a las que últimamente ha acostumbrado la industria hegemónica, en especial a los espectadores más impresionables como uno.

Con todo, es interesante ver estas anécdotas plasmadas en live action, como le llaman los gringos. Creo que es perfecto para introducir a Wittgenstein, incluso como material didáctico. Así, para los que no conocen a este filósofo, esta película es una buena instancia. Y para los que ya lo cachan, igual vale la pena echarle una mirada en cualquier rato, por último es cortita.


Pendientes y posibles:

  • La recta provincia, de Raúl Ruiz. No he terminado de verla.
  • Cinema Paradiso. La estoy viendo de nuevo.
  • Dos días, una noche. La vi antes de empezar la manda pero estaba bonita.
  • No sé si comentar series. Terminé hace poco Twin Peaks (1° temp.) y Orange is the new black (3° temp.).

3 comentarios:

fabiancocq dijo...

A mi me gustó. la vi hace mucho tiempo, creo que por youtube. No tengo mucho que decir sobre ella. Pero te comento para que no esté pelado donde dice "comentarios".
Igual siempre me llama la atención lo de los filósofos ¿como se convencen que su trabajo es importante o que vale la pena hacerlo?.... aunque al final quizás el convencimiento mismo sea su trabajo...

cesar andre dijo...

No sé, yo creo que todos juramos (algunos de guata y otros de pie) que lo que hacemos es importante hacerlo, ya sea por uno mismo o para los demás, o en diferentes escalas, aunque uno diga que no le da importancia, llega un punto en que sí lo es y, ¡paf! lo hacemos nomás, y qué tanto, ya se hizo.

Sobre la película, igual me gustó, me parece que el Derek Jarman tiene más cintas biográficas.

chamico dijo...

Con lo de cortita me anduviste convenciendo. Creo que la veré por su potencial pedagógico, ya que no conozco mucho de Wittgenstein. Salute!