domingo, 6 de julio de 2014

Hoy decidí sorprenderme con algo de música que no había escuchado para acompañar mi lavado de loza. Puse Depeche Mode y encontré que era relajante y oscura pero ondera al mismo tiempo. ¿Muy mutante? Ni tanto, yo creo. Está bien piola. Después pensé en lo que me había perdido en cuanto a música. Después pensé que, de haber estado en un liceo municipal y no en un colegio de curas, hubiera escuchado más cosas, tendría mejor oído más allá del típico Metallica, Chancho en Piedra y Red Hot Chili Peppers. Pero después pensé que probablemente no me hubiese ido tan bien en la PSU y estaría quizá haciendo otra cosa. Después pensé que la vida puede ser cruel, pero no porque nos pasen cosas malas, sino porque ofrece las cosas buenas junto con las malas o las más o menos. Después pensé que quizá lo que acontece en el mundo no es bueno ni malo, ni tampoco más o menos. Después pensé: ¡puta el güeón indeciso! Después se acabó la loza que lavar, me sequé las manos y terminé de escuchar el álbum acostado.

Creo que voy a seguir escuchando Depeche Mode.

sábado, 5 de julio de 2014

Igualitos: Jack Sparrow y Lope de Aguirre

Encuentre las diferencias

El otro día vi Aguirre, la ira de Dios (1972) y encontré que el protagonista, interpretado por Klaus Kinski se parecía a Jack Sparrow (o más bien al reves, o mutuamente). Obviamente el pirata es un personaje de Disney, con toda la sanitización moral que ello implica, pero en cierto modo ambos son personajes egocéntricos, carismáticos, casi antihéroes. Ambos están a la siga de un sueño personal, llegando a rozar el absurdo.

Bueno, y además de eso, caminan raro y son capitanes de barcos. Aunque uno dirija una balsa de palos a la empresa incierta de El Dorado y el otro casi nunca pise la borda de la nave de locos que es su querido Perla Negra.

martes, 1 de julio de 2014

La mesa

El año pasado, para la primera vuelta de las elecciones, me tocó mi antigua escuela donde estudié hasta cuarto básico, la 46 Italia. No había vuelto a entrar desde que me fui, aunque sí había visto cómo en los últimos años se había ampliado hasta abarcar todo lo que era la Feria Libre de Rahue.

Eché un vistazo, quizá inconscientemente esperaba encontrarme con algún ex compañero. Obviamente, la escuela estaba bastante cambiada por dentro, aunque para alguien que estuvo tanto tiempo jugando en su patio, el espacio se sentía igual, lleno de olores, sonidos y el agua. La ampliación y los cambios parecían una mano de pintura esparcida sin cuidado sobre un relieve de madera.

Precisamente con algo así me encontré al poco rato. Al entrar al cubículo de votación y estampar la raya, rompí un poco la papeleta. La mesa era irregular. La miré y vi que tenía escrito una chorrera de frases. Los típicos monos y consignas de amor, de odio, de sexo, de aburrimiento.

Yo estube aquí. Pico. Nirvana. Karen y Alexis S/A P/S.

lunes, 12 de mayo de 2014

Miento

Procuro callar para no mentir
y aun así miento al respirar
miento y traiciono
cuando digo que sí
que no estoy de acuerdo
o que voy en camino
que ya voy a llegar

Cierro la boca
pero la tentación me hace cosquillas
y vuelvo a mentir
impunemente
dulcemente

De puro dañino
y por capricho irresponsable
escupo nuevamente mis palabras mundanas
vuelvo a herir tu piel
y tú vuelves a sangrar agua
yo atajo una sonrisa en la comisura del labio
y me río en la oscuridad

¿Acaso no te has percatado
que no hay de qué caer en la cuenta?

Las hojas se siguen estrellando contra el suelo
luego de planear con torpeza
y sin ningún itinerario.

martes, 6 de mayo de 2014

Balada para un caballo, de Jorge Pimentel

Jorge Pimentel es un poeta peruano, fundador del grupo de vanguardia literaria Hora Zero en el año 1970. Resulta que hace un tiempo venía escribiendo un cuento-poema sobre un caballo, hasta que me topé con un poema llamado “Balada para un caballo”, escrito por don Jorge en 1973 (incluido en su poemario “Ave Soul”). Lo encontré tan bueno que dejé de escribir mi versión ambientada en el Wallmapu porque él ya la había escrito. Así es, en un extraño caso de retroplagio, este caballero escribió el poema que a mí se me ocurrió 40 años después. Obviamente, a él le quedó mucho, muuucho mejor. No por nada es un máster de las letras peruanas. A mí que no me gustan mucho los caballos, encontré sublime la voz del animal en esta balada. Creo que así hablan y piensan muchos caballos realmente.

Voilá:


Bueno, eso era una lectura que hizo don Jorge de su creación. Ahora sí, aquí va, en escrito:

lunes, 5 de mayo de 2014

Cómo llegué a la antropología

Me escapé de inglés porque consideré que sabía suficiente.
Me escapé de matemáticas porque dos más dos siempre daba cuatro.
Me escapé de derecho para no hacer lo que todos esperaban.
Me escapé de pedagogía porque estaba saturado de doce años de escolarización.
Me escapé de lenguaje porque siempre dejo los libros a medias.
Me escapé de historia porque soy malo para las fechas.
Me escapé de psicología para no confirmar en el DSM IV-TR mis sospechas de locura.
Me escapé de filosofía por el miedo a vagar eternamente en las ideas.
Me escapé del sacerdocio porque ya no creía en Dios y porque no hubiera cumplido el voto de abstinencia.
Me escapé de todo eso y al momento de inscribirme me metí a antropología.
“Es una carrera muy bonita, me dijeron algunas personas en quienes había buscado orientación vocacional.
Es una carrera para ricos, dijo alguien por ahí cuando ya iba embarcado en segundo año.
¿Estaría mejor en otro lado? No hay forma de saberlo. Quizá en todos los caminos hay piedras. Y a pesar de que nuestras decisiones sean “objetivamente” buenas o malas, creo que la disposición y el ánimo tienen mucho que ver en el disfrute y el gozo de la vida. Quién sabe.

sábado, 3 de mayo de 2014

¿Cómo llegué hasta aquí?

A veces no entiendo cómo he llegado hasta aquí, en términos de lo que uno como miembro de esta sociedad y de mi entorno sociocultural específico debe hacer.

¿En qué momento aprendí a leer?
¿A sumar, restar? ¿Las tablas de multiplicar?
¿En qué momento creí y dejé de creer en el viejo pascuero?
¿En qué momento fui parte de las fiestas familiares? ¿Lo hice “bien”?
¿En qué momento hice mis tareas?
¿En qué momento estudié para las pruebas?
¿Cómo pasé de curso tantas veces?
Y más recientemente, ¿cómo es que estoy a punto de terminar una carrera universitaria?

Algunas cosas las hice a conciencia, ya crecidito para hacerlas: aprender a andar en bicicleta, hacer mi primera comunión.

Pensándolo bien, he hecho varias cosas normales a pesar de sentirme una persona excéntrica (Uy!): estuve en los scouts, fui a algunos cumpleaños de amigos y compañeros de curso (más tarde, carretes)...

Pero, ¿cómo he hecho todo esto? A pura inercia. Me ha arrastrado el viento y los empujones de mi familia. Aunque no me lo quieran decir o no se den cuenta, en buena parte soy un producto de mi entorno social. Mis padres, mis hermanas, mis tíos, mis amigos, mis profesores, mi polola. ¿Podría considerar que yo he hecho todas estas cosas? Sería un poco balsa de mi parte arrogarme el logro de ser como la gente. Una salvedad, parafraseando lo que aparece en muchas secciones de agradecimientos: la responsabilidad de cualquier omisión o error recae sobre este pechito. Por mi culpa, por mi culpa, por mi propia culpa.

La maldición

Super pectus tuum gradieris et terram comedes cunctis diebus vitæ tuæ.
Génesis III, 14


I

El semáforo estaba en amarillo, pero Mariana no quiso esperar a la siguiente luz verde, iba atrasada al liceo y le avisarían a su apoderada. Atravesó corriendo entre un concierto de bocinas iracundas y gruesos improperios. Ella sólo dio vuelta la cabeza mientras se reía de su propia audacia, pero no alcanzó a percatarse de la cuneta que se alzaba en su camino.

Cayó sobre la acera con todo el peso de su cuerpo. Se miró los codos sangrientos y se lamentó con una chuchada. Un niño pasó a su lado de la mano de su madre, y soltó una carcajada. Humillada por el cabro chico, Mariana se quiso parar, pero algo se lo impidió.

Era como si de pronto hubiera perdido la capacidad de incorporarse. De estómago sobre el suelo, intentó un par de veces apoyarse sobre sus manos rasmilladas. Probablemente estaba un poco molesta por la burla del chico. Se apoyó nuevamente, pero no pudo. Se le ocurrió que algo le había robado la fuerza suficiente para levantarse. Qué ridículo. Intentó una vez más, y ésta sería la última, ya que al no lograrlo, la joven empezó a desesperarse.

Su propia teoría empezó a convencerla cuando se dio cuenta de que, si bien podía mover sus extremidades, seguía echada sobre la acera en contra de sus esfuerzos, con el vientre pegado al suelo. 

Mariana vio a su alrededor los pies de la gente yendo y viniendo en sus actividades cotidianas. Pies de oficinistas, pies de escolares, de niños, de turistas, de nanas, de carabineros, de vendedores ambulantes, de dueñas de casa. Entre aquellos pies diligentes, distinguió los de sus amigas y compañeras de liceo. Quiso llamar su atención, pero pasaron de largo.

Ya resignada y tras un último fracaso, la invadió un llanto inquietante como el de un bebé anónimo en la mitad de la noche. No obstante, nadie acudió en su ayuda. Fue aun peor, ya que sus lágrimas y mocos y sangre, al caer disolvían el cemento de la acera, transformándola en una especie de arena movediza que se la empezó a tragar con cierto placer.

La muchacha dejó de oír sus propios gemidos cuando aquella sustancia le cubrió el rostro casi por completo. Lo último que Mariana alcanzó a ver fue un chorrillo de luz, mientras una risa infantil se burlaba de su tragedia y la despedía de este mundo.

viernes, 2 de mayo de 2014

Pudrición

Tarde o temprano
todo se pudre
se pudren las hojas
se pudren los árboles
se pudren las manzanas
y se llenan de gusanos

La comida se pudre en la olla
y el tenedor se hunde en el moho
lo que ayer era sopa
hoy es un pantano en miniatura

Se pudre el jardín
se pudre el huerto y el bosque
los libros se apolillan
los barcos se pudren en el puerto
y sus cascos se deshacen en el mar

En la calle roñosa
la gente se descompone
y bota lo que no usa en la acera gastada
la cáscara de plátano se pudre en una semana
las botellas en cien años o mil
no recuerdo la cifra exacta
pero decae y desaparece igual

Se pudren las mariposas
se pudren las abejas
se pudren las flores
y se hacen polvo
el polvo se pudre a su vez
y de él sale toda clase de bichos
destinados todos ellos a podrirse

Se pudre la roca y el nido en su mollera
se pudre asimismo el neonato polluelo
al darse cuenta, chilla como ventanal roto
y la madre acude a su llanto
mas el estado de descomposición de ésta es evidente

Yo me pudro en el espejo vertical
y tu presencia cría larvas de moscas en las manos
no sé dónde estarás
pero adivino tu voz pudriéndose con los años
quizá tú no lo notes
pues tu oreja también se pudrirá
y tu nariz no sentirá ni su propio hedor

Casi todo se pudre
por más que corramos la muerte nos alcanza
y nos lima las tripas a punta de zarpazos
sólo los duendes se salvan
y los unicornios, añadiría mi abuelo.

jueves, 1 de mayo de 2014

¿Sabía Ud. que en Chile hay 3 centrales sindicales?

Así es. No solo está la CUT, sino que hay dos centrales más.

Está la Central Autónoma de Trabajadores (CAT), creada en 1995, de tradición social cristiana. Se considera heredera de la Asociación Sindical Chilena (ASICH), fundada a mediados del siglo pasado por el (hoy santo) Padre Hurtado, y surge de la crítica al partidismo de la CUT.

Luego tenemos la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), creada en el 2004 a partir de la disensión interna de la CUT, a la cual también critican su sesgo concertacionista.

Y, por supuesto, la archiconocida Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Creada en 1988 como continuación de la Central Única de Trabajadores, que debió cesar debido al hiato sindical que supuso la dictadura de Pinochet.

De todas maneras, la afiliación es harto baja. De los sindicatos existentes en el 2011, el 28% está afiliado a la CUT, el 1,7% a la CAT y el 0,8% a la UNT. En otras palabras, el 68,8% de los sindicatos no tienen afiliación suprasindical.* ¡Y esto sin contar que no todos los trabajadores están sindicalizados (se calcula que alrededor de un 13% lo están)!

¿Ud. sabía esto? Yo no tenía idea.

_______
* Datos de la Encuesta Laboral 2011, Dirección del Trabajo.

Lectura recomendada: Centrales sindicales en Chile: una visión crítica. Tesis de licenciatura de Paulina Plaza y Pablo Carrasco.

La promesa del tercer día

1 Después del sábado, María Magdalena y María se levantaron con el lucero del alba y caminaron a Galilea como habían acordado dos días antes. 2 En el mercado compraron polvos, perfumes y demás enseres para embalsamar el cuerpo.

3 Al llegar al sepulcro, se encontraron con que una enorme piedra impedía la entrada a él. 4 De repente, un temblor azotó el suelo: un Ángel del Señor bajó del cielo 5 y se dirigió a las mujeres, quienes, sobrecogidas por el fulgor de sus ropas, no se atrevían a levantar la mirada. 6 ¿Acaso no recuerdan su promesa cuando aún estaba en Galilea?, les preguntó. 7 El Hijo del Hombre será crucificado y resucitado al tercer día.

8 A continuación, el Ángel movió la roca a un lado, dejando a la vista el sepulcro. 9 Las mujeres entraron y descubrieron el bulto: 10 allí estaba todavía el cadáver maltratado, las llagas en sus pies y manos, la fisura del costado que ya empezaba a despedir un hedor mortecino. 11 Mentía, fue la única palabra que brotó de los labios del Ángel 12 antes que éste se desintegrase en un charco de lágrimas, 13 al que María Magdalena y María añadieron las suyas propias.

14 Secas de dolor, las mujeres se arrojaron a un precipicio, 15 pero el Diablo ya había reclamado sus almas como despojos de una guerra cuya victoria el pueblo encomendaba al Señor. 16 Mientras tanto, el charco salino se evaporaba al sol, llevándose la esperanza de las dos Marías 17 y formando una nube cargada de abatimiento. 18 En breve, las gentes de Israel observaron desde sus faenas cotidianas cómo una lluvia de arena caía sobre los campos del Fértil Creciente, ahogando toda la inocencia vegetal con la neblina gélida de un destino insoslayable.

jueves, 17 de abril de 2014

Sobrevivir y sobremorir

Los que sobrevivimos a los campos de concentración no somos verdaderos testigos. Esta es una idea incómoda que gradualmente me he visto obligado a aceptar al leer lo que han escrito otros supervivientes, incluido yo mismo, cuando releo mis escritos al cabo de algunos años. Nosotros, los supervivientes, no somos sólo una minoría pequeña sino también anómala. Formamos parte de aquellos que, gracias a la prevaricación, la habilidad o la suerte, no llegamos a tocar fondo. Quienes lo hicieron y vieron el rostro de la Gorgona, no regresaron, o regresaron sin palabras.
Primo Levi
Citado por E. Hobsbawm en Historia del siglo XX, 1994.

Maus, de Art Spiegelman, 1986.

miércoles, 16 de abril de 2014

Día de campo (no picnic)

Hoy volví al campo. No me refiero a algún lugar rural (donde también estuve, por cierto, el fin de semana), sino en el sentido antropológico, es decir, el hábitat natural/construido de este oficio, lugar de encuentros y desencuentros personales, cemento y ladrillo de la teoría.

Después de dejarlo botado por unos meses, volví a los jardines infantiles donde estoy desarrollando mi maldita tesis, y fui recibido con brazos abiertos. Me reprocharon un poco por lo ingrato, y con justa razón, pero de ahí el resto fue puro fluir y trabajar.

Lo que son las cosas. Yo, tipo silencioso, evasivo, y socialmente ansioso, paradójicamente encuentro algo de relajo en el intercambio de palabras, de sonrisas, de favores. Hacer cosas (objetos), usar las manos, limpiar, etc.

Quién sabe, quizá después de todo me gusta el oficio que escogí (o en el que fui a caer como ratón en balde). O quizá sea que en esta pasada he tenido la suerte de trabajar con estas educadoras, personas maravillosas, orgullosas y apasionadas con su labor. Y con los niños y sus mamás, por cierto, que son puro amor.

Hoy fue un buen día.

¡Aguante la antropología y aguante la gente!

Y por si me quedo corto con la cursilería, cerraré con una carita feliz:

:)

Ni sociedades segmentarias, ni sociedades sin estado: sociedades y estados disidentes

Un estudio epistemológico más detallado de los refinamientos tipológicos que siguieron a la publicación de Sistemas Políticos Africanos nos lleva a ver que en el África precolonial no existían sociedades sin estado per se. Las sociedades consideradas como tales eran en realidad estados disidentes. Eran sociedades que, en el curso de su historia, fueron separadas artificialmente de su centro o de sus formaciones políticas y cuyos aparatos centralizados desaparecieron a causa de la conquista europea. Si la ficción de la existencia de las sociedades segmentarias pudo ser perpetuada por tanto tiempo como lo fue en la antropología, fue porque los estados africanos precoloniales tenían todas las periferias proveedoras de esclavos que constituían zonas de amortiguación entre cada entidad política y, en consecuencia, parecían no tener fronteras claramente definidas. En las zonas de débil control político situadas en los márgenes de cada reino, existían sociedades satélites, a las que se usaba caracterizar como segmentarias.
Jean-Loup Amselle
Mestizo Logics: Anthropology of Identity in Africa and Elsewhere (1998)

miércoles, 9 de abril de 2014

“Si no quieres que el arte y la pintura te decepcionen, mejor que no se te ocurra verlos como una profesión. Por mucha habilidad y condiciones que tengas, busca el dinero y el poder en otro lugar, de manera que, al no recibir la justa compensación por tu habilidad y tu trabajo, no llegues a odiar el arte.”

Orhan Pamuk
Mi nombre es Rojo (1998)

lunes, 31 de marzo de 2014

Walter Ohnen y el Molino Rahue: la subversión del logotipo

Una de las cosas características de vivir en Osorno, pero que pasa totalmente desapercibida a pesar de su virtual omnipresencia, es la harina Molino Rahue. Nuestras madres, tías y abuelas conocen la calidad de este producto, y este conocimiento lo heredamos quienes amasamos y hacemos pan en casa. Si vamos a otras ciudades, pocas veces tenemos la fortuna de encontrarnos con la tradicional A circulada en los estantes, debiendo resignarnos a usar Mariposa, Selecta, Tahona o marcas de supermercados.

Caja de fósforos. Imagen de juanjoines.
Precisamente es de este logotipo que trata esta historia. Es sabido que los símbolos cambian a través del tiempo, no solo en su apariencia física, sino en el sentido que comportan, muchas veces especificándose, adquiriendo un significado propio, emancipándose de su propósito expresivo original.

La A circulada del Molino Rahue no escapa a esta regla. Lo que hoy es un dibujo banal, en la década del treinta era el estandarte cotidiano del anarquismo que profesaba su creador, el viejo Walter Ohnen.

domingo, 30 de marzo de 2014

No somos nada

Hoy casi me atropella un ciclista. Yo iba a cruzar la calle, miré a un lado y no venir ningún vehículo, pero doy un paso y ¡fum! Su codo llegó a rozar la punta de mi nariz. Pensar que a esta hora podría estar con un TEC cerrado, un pie enyesado o algo peor, no quiero ni pensar... No somos nada.

El infortunio acecha a la vuelta de la esquina. En cualquier momento, un mal paso, una caída, una chispa, un error de cálculo, un tornillo, un bocado que se va por el camino viejo... No somos nada.

Un rato estoy cantando en la ducha, enjabonándome alegremente las presas, disfrutando el chorro tibio que me corre por la espalda, y en cosa de un segundo podría resbalarme, golpearme en la cabeza e irme a negro. Cosas así pasan todos los días... No somos nada.

Imagínate que a seis cuadras de acá, dos narcos se estén batiendo a tiros. Una bala se arranca, vuela libre hasta tu casa, sin tocar tu puerta, la atraviesa y te llega en el pecho, medio a medio en el esternón... No somos nada.

jueves, 27 de marzo de 2014

El chonchón (continuación)

[La primera parte, aquí]


II

El invierno se aproximaba, y la fecha ya estaba encima. Ya había reunido todas sus cosas y las había ordenado tal como el viejo había dispuesto. Además, se había retirado unos días antes al lugar de la ceremonia. Era un claro de un bosque aún verde, y que se humillaba con dignidad ante la fastuosa catarata que se erguía frente a él. La cercanía con el agua permitía al novicio entregarse al amparo del señor de las aguas inmediatamente después del rito, sin dar tiempo a los malos espíritus para que se apoderen de su alma, según decía el viejo.

El hombre se levantó ese día justo en el momento en que el creador pintaba nubes rojas sobre el acantilado con su pincel más grueso, y tuvo un infortunado presentimiento. Mientras escudriñaba el cielo, el viejo le tocó el hombro por detrás, y el hombre se estremeció. El anciano rió con picardía de su broma de maestro, y le dijo que había llegado la hora.

Comenzó con su ropa: sus ternos, sus zapatos, sus camisas, las diferentes corbatas que usaba según el día de la semana, según el ánimo o el clima. Incluso la humita que usó una vez para su casamiento. Todos sus trajes, chombas, pantalones de tela, calcetas y aun el ajuar de su esposa que había partido al encuentro del señor con mayúscula el año recién pasado. Todo eso lo apiló y le prendió fuego.

Una vez que las llamas agarraron confianza, el hombre les arrojó sus fotografías. Con decisión, agarró los álbunes familiares: matrimonios, vacaciones, bautizos, nacimientos y los echó a las fauces de la hoguera. Los recuerdos de papel se amuñaban mientras el hombre disimulaba sus lágrimas huérfanas con el humo de la pira.

Luego siguió con su dinero; las maletas se carbonizaban y liberaban al viento bandadas de papeles, los héroes de la patria aleteaban para escapar del humo y se sacudían en vano de las llamas que les chamuscaban los rizos y las medallas. No sólo volaban billetes, sino también letras de cambio, trámites por hacer, deudas por cobrar y por pagar. Los diplomas y reconocimientos también caían a las llamas para ser borradas del mundo, así como sus credenciales y carnés.

A continuación, se desvistió y echó al fuego lo que llevaba puesto. En ese mismo lugar, se arrancó los cabellos, y los abandonó a las llamas junto con la tijera que había utilizado para cortárselos. El fuego estaba más vivo que nunca, y no parecía satisfecho, pero eso era todo lo que tenía el hombre para ofrecerle. Ya se había devorado toda su vida, y a partir de entonces sería verdaderamente libre. Sin embargo, este pensamiento apenas podía luchar contra el temor que aquella mañana se había colado en su espíritu al observar las nubes al amanecer. Su cabeza divagaba entonces entre la fatalidad y la liberación, y esta riña se le notaba en su pulso descontrolado.

Tanta era su perturbación y su ansiedad, que el hombre comenzó a llorar. Gemía a moco tendido frente a la hoguera, al otro lado de la cual lo observaba el impávido anciano de ojos chispeantes. De pronto, y pese a lo poco que le dejaban ver las lágrimas, notó algo extraño en el semblante del viejo; su nariz se alargaba, sus ojos se separaban, sus orejas se achicaban. Es más, su pecho se hinchó y sus patas adelgazaron. El viejo extendió sus brazos y de ellos comenzaron a derramarse plumas largas y coloridas, que llegaban hasta el suelo y luego cubrieron el resto de su cuerpo. Eran alas de pájaro. Inmediatamente se le vino a la mente la escena de la cantina, pero esta vez era como si el tiempo estuviese volviendo sobre sus propias huellas, devolviendo la carne al ave que había sido condenada al fuego. 

Ya transfigurado, el viejo hizo un gesto indescifrable con la mirada, y emprendió el vuelo. Remontó la columna de humo que se iba haciendo más y más raquítica, y se mezcló con una bandada de aves que en ese momento cortaba el cielo en dos. Y en la tierra, el hombre seguía llorando como niño de pecho, desnudo, ante las ascuas moribundas de la fogata.

FIN

miércoles, 19 de marzo de 2014

El chonchón

I

Una tarde de diciembre, entre la navidad y el año nuevo, había un hombre sentado en un banco de la plaza. Tenía más de sesenta años, pero no los aparentaba. Las arrugas escaseaban en el rostro de este hombre que llevaba una vida de trabajo honrado y comida sin sal, además de una rutina que lo tenía en pie a las cinco de la mañana y lo acostaba no más allá de las diez de la noche –o de la tarde, según la estación. Pero las canas eran más porfiadas, y este hombre tenía el pelo completamente blanco, lo cual no restaba fuerza a las formas de su cara. Se veía un hombre serio y ecuánime, todo un miembro útil a la sociedad, pese a haberse jubilado unos años atrás.

El caso es que este hombre observaba a los adolescentes que se reunían alrededor de la pileta, veía cómo jugaban, cómo se besaban las parejas, cómo se reían de los transeúntes. Se entretenía en imaginar los sueños de esos jóvenes. Qué será de estos chicos en diez años más. O en cinco, si algunos ya tienen barba. Ay, Dios, cada vez crecen más rápido. 

Estaba mirando a una muchacha que arrojaba a su amiga al agua de la pileta, cuando se le apareció un viejo de frente a la escena. Lo primero que hizo tras reaccionar de su sobresalto, fue echar un vistazo de arriba abajo a la apariencia del anciano. Era flaco como un palo de escoba. Usaba un gorro amarillo de temporera bajo cuya visera brillaban unos ojos grises que titilaban como estrellas. Igual de débiles, igual de duraderas. Una barba nevada de una semana cubría su mentón prominente y sus pómulos se recogían como quien le da la última chupada al mate. Su camisa originalmente blanca comenzaba a mimetizarse con el bronceado de cantina, especialmente en el cuello. De las mangas no se podía saber, ya que lo cubría un abrigo azul y desgastado. Sus manos lucían uñas espesas y ribeteadas de tierra. Llevaba pantalón gris y bototos negros de colegial.

domingo, 16 de marzo de 2014

Diccionario Mapudungun - Español (recauchado)

Hace cosa de dos años publiqué en este blog una versión de mi diccionario mapudungun-español. Sin embargo, el documento que estaba alojado ahí ya está descontinuado.

Pero hoy, gracias a la magia del Dropbox, Ud. podrá acceder a la versión que voy actualizando periódicamente (es decir, cuando me topo con alguna palabrilla nueva o borro alguna acepción que era incorrecta).

Sobre algunas especificaciones de cómo elaboré este diccionario, véase mi posteo anterior.

¡Sí, solo por hoy!
¡Llame ya!
(O chántele un clic al wünhyelfe de acá abajo)


wünhyelfe

miércoles, 12 de marzo de 2014

Una de reyes

I

habia una vez
un reino lejano
un castillo de oro
coral y marfil 

una inmensa torre
apuntaba al cielo
alli dormian juntos
la reina y su rey 

su preciosa hija
la noble princesa
corria en los prados
como un colibrí

y el principe joven
de gallarda altura
cazaba en los bosques
al gran jabalí

todo era feliz
en este su reino
el cálido viento
soplaba en su sien

mas siempre esta el dia
que ni un rey espera
pues las nubes negras
caerian sobre él

domingo, 9 de marzo de 2014

Yo, el árbol

Anümka.
Símbolo textil mapuche que representa una planta.

     Por último os voy a hablar de los pintores francos, para que, si hay entre vosotros algún degenerado al que le gustara ser como ellos, le sirva de aviso. Bien, estos pintores francos pintan de tal manera las caras de sus reyes, sacerdotes, señores, e incluso señoras, que si miráis la pintura luego podríais reconocerles por la calle. De hecho, sus mujeres pasean libremente por las calles, así que ya podéis imaginaros el resto. Pero como si esto no bastara, han llevado el asunto más allá. No me refiero al proxenetismo, sino a la pintura...

     Un gran maestro franco y otro gran pintor iban paseando por un prado en la tierra de los francos hablando de arte y pintura. De repente se encontraron un bosque. El que era mejor pintor le dijo al otro: «Pintar según las nuevas formas requiere tanta habilidad que si reproduces uno de los árboles de este bosque cualquier curioso que viera la pintura y luego viniera hasta aquí debería poder diferenciar ese árbol de los otros si quisiera».

     Yo, esta pobre imagen de árbol que veis, le doy gracias a Dios por no haber sido pintado con semejante intención. Y no porque tema que de haber sido pintado a la manera de los francos todos los perros de Estambul me habrían tomado por un árbol auténtico y se me habrían meado encima. Sino porque yo no quiero ser un árbol, sino su significado.

__________
Fragmento de Me llamo Rojo, novela de Orhan Pamuk (1998).

jueves, 30 de enero de 2014

Wilhelmine Schröder-Devrient


Wilhelmine Schröder-Devrient.- Soprano y actriz de ópera. Hamburguesa, es decir, nacida en Hamburgo (Alemania) en 1804 en una familia de artistas: su madre era actriz y su padre, tenor.

Su técnica vocal era imperfecta pero, eso sí, calzaba justo para la ópera ya que tenía un tono de gran intensidad dramática, ¡hasta llegaba a llorar mientras cantaba!

Fue amigui y musa de Wagner, quien la dirigió en varias ocasiones. Wagner, como muchos amigos de Wilhelmine (entre los que se contaba a Bakunin), eran simpatizantes y militantes de izquierda. Así, en 1849 apoyó el fallido y sangriento Alzamiento de Mayo en Dresde, resultando arrestada y exiliada.

Falleció en 1860, en Koburg, Alemania.

Pero su historia no termina ahí. En 1862 apareció "Memorias de una cantante alemana", una serie de cartas personales que serían sus propias memorias eróticas (¡omaigod!). Y todavía más: en el segundo volumen se va en la volá y escribe relatos sadomasoquistas, orgías grupales, sodomía, bestialidad, escatofilia, vampirismo y necrofilia. ¡Ñam!