sábado, 18 de febrero de 2012

llueve fuerte

llueve en el desierto 
y un viento de mil demonios corre a seis patas 
lavando las arrugas del océano 
las gotas se arrojan desde el alto 
se hunden en la arena como agujas de tatuar 
calando hasta la duramadre 
hasta el nervio mismo de la mañana sombreada 

¿cuántos pájaros en la rama? 
¿cuántas semillas esperando una caricia? 

sentado en la escalera miro el descampado 
enredado en las semanas y los días 
codo y rodilla fundidos 
el horizonte dibuja tu presencia 
tu silueta desleída en el remolino 
tu melena que silba 

miro en el desierto de tu ojo 
allí sigue lloviendo 
una tormenta de viento y vacío que rompe contra mi orilla 
las gotas se agolpan hacia el vórtice de tu pupila 
bailando una ronda en ese espacio insondable 
allí donde no llueve 
donde subsisten los abrazos 
y la esperanza de la próxima estación