1 Después del sábado, María Magdalena y María se levantaron con el lucero del alba y caminaron a Galilea como habían acordado dos días antes.
2 En el mercado compraron polvos, perfumes y demás enseres para embalsamar el cuerpo.
3 Al llegar al sepulcro, se encontraron con que una enorme piedra impedía la entrada a él.
4 De repente, un temblor azotó el suelo: un Ángel del Señor bajó del cielo
5 y se dirigió a las mujeres, quienes, sobrecogidas por el fulgor de sus ropas, no se atrevían a levantar la mirada.
6 ¿Acaso no recuerdan su promesa cuando aún estaba en Galilea?, les preguntó.
7 El Hijo del Hombre será crucificado y resucitado al tercer día.
8 A continuación, el Ángel movió la roca a un lado, dejando a la vista el sepulcro.
9 Las mujeres entraron y descubrieron el bulto:
10 allí estaba todavía el cadáver maltratado, las llagas en sus pies y manos, la fisura del costado que ya empezaba a despedir un hedor mortecino.
11 Mentía, fue la única palabra que brotó de los labios del Ángel
12 antes que éste se desintegrase en un charco de lágrimas,
13 al que María Magdalena y María añadieron las suyas propias.
14 Secas de dolor, las mujeres se arrojaron a un precipicio,
15 pero el Diablo ya había reclamado sus almas como despojos de una guerra cuya victoria el pueblo encomendaba al Señor.
16 Mientras tanto, el charco salino se evaporaba al sol, llevándose la esperanza de las dos Marías
17 y formando una nube cargada de abatimiento.
18 En breve, las gentes de Israel observaron desde sus faenas cotidianas cómo una lluvia de arena caía sobre los campos del Fértil Creciente, ahogando toda la inocencia vegetal con la neblina gélida de un destino insoslayable.
1 comentario:
Amén. Alabado sea el Diablo. Alabado sea! B:
(si diosito (y si es que exite) está leyendo esto, quiero dejar claro de que es una broma)
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