A veces no entiendo cómo he llegado hasta aquí, en términos de lo que uno como miembro de esta sociedad y de mi entorno sociocultural específico debe hacer.
¿En qué momento aprendí a leer?
¿A sumar, restar? ¿Las tablas de multiplicar?
¿En qué momento creí y dejé de creer en el viejo pascuero?
¿En qué momento fui parte de las fiestas familiares? ¿Lo hice “bien”?
¿En qué momento hice mis tareas?
¿En qué momento estudié para las pruebas?
¿Cómo pasé de curso tantas veces?
Y más recientemente, ¿cómo es que estoy a punto de terminar una carrera universitaria?
Algunas cosas las hice a conciencia, ya crecidito para hacerlas: aprender a andar en bicicleta, hacer mi primera comunión.
Pensándolo bien, he hecho varias cosas normales a pesar de sentirme una persona excéntrica (Uy!): estuve en los scouts, fui a algunos cumpleaños de amigos y compañeros de curso (más tarde, carretes)...
Pero, ¿cómo he hecho todo esto? A pura inercia. Me ha arrastrado el viento y los empujones de mi familia. Aunque no me lo quieran decir o no se den cuenta, en buena parte soy un producto de mi entorno social. Mis padres, mis hermanas, mis tíos, mis amigos, mis profesores, mi polola. ¿Podría considerar que yo he hecho todas estas cosas? Sería un poco balsa de mi parte arrogarme el logro de ser como la gente. Una salvedad, parafraseando lo que aparece en muchas secciones de agradecimientos: la responsabilidad de cualquier omisión o error recae sobre este pechito. Por mi culpa, por mi culpa, por mi propia culpa.
1 comentario:
Pensar que quizás has sido impulsado por otros para escribir esto o reflexionar sobre aquello.
En cualquier caso, yo por lo menos, no creo en la culpa, pero si en la responsabilidad aunque aún tengo residuos católicos que me hacen darme latigazos de vez en cuando.
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