Desde ya aviso que no voy a espoilear nada (o eso espero), aunque quede medio vago y general, porque quiero que las tres o cuatro personas que lean esto, la vean. Así de enrollado quedé.
Tenemos en esta obra una actualización brillante de los clásicos infantiles europeos y algo más, partiendo por la omnipresencia del bosque. Ese Wald de los hermanos Grimm donde los niños son abandonados a merced de brujas, fieras y espantos, sirve aquí de notable telón de fondo que se va transformando según se va desmadejando el cuento: en ocasiones plácido, de brisa amable y follaje otoñal, en otras de una negrura tupida y asfixiante, o bien duro, lacerante e invernal. En este sentido, la paleta de colores, entre rústica y vintage, está tan rica que dan ganas de apretarle los cachetes. Excepto, claro, cuando la cosa se pone terrorífica, entonces dan ganas de meterse debajo de la frazada. Luego están los poblados, cada uno con una mitología e idiosincrasia originales, pero con elementos identificables de diversos mundos: campesino pagano medieval, laberínticos palacios de noblezas decadentes, el ribereño sur estadounidense...
La integración lograda es preciosa en apariencia y concepto. Por su vocación de collage me recordó un poco a la serie American Horror Story, ya que reedita tópicos que podrían parecer rancios pero les saca jugo y los rejuvenece con una narrativa más actual, con ese estilo de la camada joven de Cartoon Network que también nos gusta a algunos grandes.
El Leñador y la Bestia tienen temas pendientes. |
Sin embargo, no todo es sombrío. También tiene sus momentos de humor, después de todo hablamos de monos de Cartoon Network. Aquí es crucial la figura de Greg, el tierno hermano menor cuya inocencia es el contrapeso del temeroso Wirt. Sus salidas y canciones (inventa una para cada ocasión), además de algunos guiños puestos por los escritores, nos brindan un relajo necesario a la tensión subyacente. En todo caso, el humor está colocado de manera tal que no disipa el dramatismo general, no corta la inspiración ni sabotea del todo ese tono oscuro que rodea como una niebla a los protagonistas durante toda la obra.
Un viaje físico implica casi siempre también un viaje moral, principio que se aplica en esta obra. Más allá del misterio, más allá del humor, Más allá del jardín abunda en redención, desde las historias menores hasta las de nuestros protagonistas. Una vez más, el Leñador, personaje aparentemente secundario, es ejemplo de ello. La Bestia es la encarnación de los mayores horrores, pero llega un punto en que éste queda chico frente a los demonios propios que cada cual debe encarar. Resuelto lo propio, la Bestia queda reducida a un monigote que proyecta una sombra larga alimentada por una lámpara que uno mismo mantiene prendida. Es preciso aprender a caminar en la oscuridad.
Finalmente el rompecabezas queda completo y a la vista. Es un cuadro satisfactorio, pero no por eso cursi ni mucho menos aburrido, como ocurre a veces cuando una obra lo explica todo. La fantasía cunde y rebasa para inundar la realidad y un futuro que deja ganas de más episodios o temporadas. Pero algo así sería gula, y la gula es pecado capital, algo que la miniserie sabe bien y por eso termina donde debe terminar. No sobra ni un pelo.
Wirt, Greg (el de la tetera) y... ¿cuánto es que se llamaba el sapo? |
De todas maneras, si al igual que yo, aún le quedan ganas de algo más, existe un episodio piloto realizado el 2013. Éste nos muestra una historia aparte y algunas diferencias en los rasgos de la animación, pero por ahí a alguien le sirve para despedirse de Greg, Wirt y Beatrice y agradecerles por el buen rato.
Pendientes (grrr):
- 500 days of summer
- Good Will Hunting
- El gran Lebowski
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