Hoy casi me atropella un ciclista. Yo iba a cruzar la calle, miré a un lado y no venir ningún vehículo, pero doy un paso y ¡fum! Su codo llegó a rozar la punta de mi nariz. Pensar que a esta hora podría estar con un TEC cerrado, un pie enyesado o algo peor, no quiero ni pensar... No somos nada.
El infortunio acecha a la vuelta de la esquina. En cualquier momento, un mal paso, una caída, una chispa, un error de cálculo, un tornillo, un bocado que se va por el camino viejo... No somos nada.
Un rato estoy cantando en la ducha, enjabonándome alegremente las presas, disfrutando el chorro tibio que me corre por la espalda, y en cosa de un segundo podría resbalarme, golpearme en la cabeza e irme a negro. Cosas así pasan todos los días... No somos nada.
Imagínate que a seis cuadras de acá, dos narcos se estén batiendo a tiros. Una bala se arranca, vuela libre hasta tu casa, sin tocar tu puerta, la atraviesa y te llega en el pecho, medio a medio en el esternón... No somos nada.
El otro día leía que en su época muchos alemanes no sabían del plan nazi de exterminio. ¿Quién sabe si algún plan de tal calibre no se está gestando en los pasillos de la Casa Blanca? ¿Y si los científicos del CERN están creando una nueva bomba atómica? ¿O si CONICYT está co-patrocinando una investigación en armamento biológico en el sur de Chile? Bastaría un solo fallo en los protocolos de seguridad para acabar con la vida humana tal como la conocemos... No somos nada, viejo.
¿Y si el peligro no está en la Tierra? Tampoco sería un gran consuelo. No sabemos qué hay allá afuera, puede ser cualquier cosa. ¿Qué tecnologías avanzadas pueden tener los seres de otros planetas? Si han logrado acercarse a la velocidad de la luz, sería cosa de minutos para que toda una flota lograse llegar a nuestra atmósfera, aterrizar e invadir brutalmente a la humanidad. Pueden ser arañas e insectos del espacio exterior, ciclópeos seres con poderes mentales o incluso otros seres humanos. Lo que tampoco sería gran consuelo, dada la beligerancia latente y muchas veces manifiesta de la condición humana. Sería el horror de mirarse al espejo, el encuentro frente a frente con nuestro doppelgänger...
No somos nada, viejo. No somos nada.
2 comentarios:
Hay un programa de cable que se llama 1000 maneras de morir, me acordé de él. B:
con la bala de los narcos yo me acordé de ese videoclic de Korn, tu banda favorita
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