jueves, 27 de marzo de 2014

El chonchón (continuación)

[La primera parte, aquí]


II

El invierno se aproximaba, y la fecha ya estaba encima. Ya había reunido todas sus cosas y las había ordenado tal como el viejo había dispuesto. Además, se había retirado unos días antes al lugar de la ceremonia. Era un claro de un bosque aún verde, y que se humillaba con dignidad ante la fastuosa catarata que se erguía frente a él. La cercanía con el agua permitía al novicio entregarse al amparo del señor de las aguas inmediatamente después del rito, sin dar tiempo a los malos espíritus para que se apoderen de su alma, según decía el viejo.

El hombre se levantó ese día justo en el momento en que el creador pintaba nubes rojas sobre el acantilado con su pincel más grueso, y tuvo un infortunado presentimiento. Mientras escudriñaba el cielo, el viejo le tocó el hombro por detrás, y el hombre se estremeció. El anciano rió con picardía de su broma de maestro, y le dijo que había llegado la hora.

Comenzó con su ropa: sus ternos, sus zapatos, sus camisas, las diferentes corbatas que usaba según el día de la semana, según el ánimo o el clima. Incluso la humita que usó una vez para su casamiento. Todos sus trajes, chombas, pantalones de tela, calcetas y aun el ajuar de su esposa que había partido al encuentro del señor con mayúscula el año recién pasado. Todo eso lo apiló y le prendió fuego.

Una vez que las llamas agarraron confianza, el hombre les arrojó sus fotografías. Con decisión, agarró los álbunes familiares: matrimonios, vacaciones, bautizos, nacimientos y los echó a las fauces de la hoguera. Los recuerdos de papel se amuñaban mientras el hombre disimulaba sus lágrimas huérfanas con el humo de la pira.

Luego siguió con su dinero; las maletas se carbonizaban y liberaban al viento bandadas de papeles, los héroes de la patria aleteaban para escapar del humo y se sacudían en vano de las llamas que les chamuscaban los rizos y las medallas. No sólo volaban billetes, sino también letras de cambio, trámites por hacer, deudas por cobrar y por pagar. Los diplomas y reconocimientos también caían a las llamas para ser borradas del mundo, así como sus credenciales y carnés.

A continuación, se desvistió y echó al fuego lo que llevaba puesto. En ese mismo lugar, se arrancó los cabellos, y los abandonó a las llamas junto con la tijera que había utilizado para cortárselos. El fuego estaba más vivo que nunca, y no parecía satisfecho, pero eso era todo lo que tenía el hombre para ofrecerle. Ya se había devorado toda su vida, y a partir de entonces sería verdaderamente libre. Sin embargo, este pensamiento apenas podía luchar contra el temor que aquella mañana se había colado en su espíritu al observar las nubes al amanecer. Su cabeza divagaba entonces entre la fatalidad y la liberación, y esta riña se le notaba en su pulso descontrolado.

Tanta era su perturbación y su ansiedad, que el hombre comenzó a llorar. Gemía a moco tendido frente a la hoguera, al otro lado de la cual lo observaba el impávido anciano de ojos chispeantes. De pronto, y pese a lo poco que le dejaban ver las lágrimas, notó algo extraño en el semblante del viejo; su nariz se alargaba, sus ojos se separaban, sus orejas se achicaban. Es más, su pecho se hinchó y sus patas adelgazaron. El viejo extendió sus brazos y de ellos comenzaron a derramarse plumas largas y coloridas, que llegaban hasta el suelo y luego cubrieron el resto de su cuerpo. Eran alas de pájaro. Inmediatamente se le vino a la mente la escena de la cantina, pero esta vez era como si el tiempo estuviese volviendo sobre sus propias huellas, devolviendo la carne al ave que había sido condenada al fuego. 

Ya transfigurado, el viejo hizo un gesto indescifrable con la mirada, y emprendió el vuelo. Remontó la columna de humo que se iba haciendo más y más raquítica, y se mezcló con una bandada de aves que en ese momento cortaba el cielo en dos. Y en la tierra, el hombre seguía llorando como niño de pecho, desnudo, ante las ascuas moribundas de la fogata.

FIN

2 comentarios:

chamico dijo...

guaa, me dejó con un ánimo triste...

mándalo al concurso, no pierdes nada con hacerlo!!

fabiancocq dijo...

Me gustan tus cuentos, espero que sigas escribiendo cuando tengas tiempo.