Guillaume Boccara, al referirse a la etnogénesis del pueblo mapuche, retoma la denominación consignada por el sacerdote Luis de Valdivia a fines del siglo XVI como reche, que para él viene a significar gente o pueblo "auténtico o verdadero". En efecto, el término re significa "puro", con las diversas connotaciones que eso conlleva ("original", "verdadero"), y seguramente fue lo primero que los mapuches debieron responder a los españoles que les empezaron a preguntar quiénes eran ellos. "La gente pura", habrían contestado, "reche." Sin embargo, es posible que este supuesto etnónimo haya surgido de una historia más anecdótica, y que creo que es lo que ocurrió, dando lugar a la teoría de Boccara.
Para esto hay que volver sobre la palabra re, que es traducido como "puro" o "auténtico". Sin embargo otra de sus acepciones es lo que en castellano viene a ser el adverbio "sólo" o "solamente". Y a partir de aquí es que el etnónimo sugerido por Boccara cobra otro significado, y que junto con el término "che" (persona, gente, pueblo), pasa a ser: "sólo personas" o "gente solamente". Así, con la singular extrañeza con que reaccionaron los españoles frente a pueblos tan diferentes a ellos, más de alguna vez se preguntaron si los "naturales de América" serían personas. Basta recordar las intensas discusiones sobre las cualidades espirituales de los indios y la posesión de un "alma".
Y sí, los mapuches sí se consideraban personas, y punto. No eran ni indios, ni primates pseudohumanos, ni dioses. Y tampoco parecen haber considerado a los españoles como otra cosa. A diferencia de otros lugares, y en especial en las civilizaciones estatales precolombinas, en que fueron considerados encarnaciones divinas, entre los mapuches no proliferan relatos de cómo los españoles montados a caballo eran confundidos con seres poderosos mitad hombre mitad bestia, sino que hay un claro reconocimiento de otras personas que invaden el territorio violentamente, pero personas al fin.
Quizá subyace a esto la vocación segmentaria de la sociedad mapuche, en el sentido de que pueblos con diversos estilos de vida (lafkenche, williche, pikunche, veliche, entre otros), entablaban toda clase de relaciones, conservando sus particularidades, pero compartiendo un cierto trasfondo ideológico y religioso, así como relaciones políticas y económicas en igualdad de condiciones. Así, el otro no es tan ajeno, sino que, a pesar de tener diferentes costumbres y apariencias, tanto uno como otro comparten la condición fundamental de ser humanos. El otro no se construye como el opuesto o como la demarcación externa de lo propio, sino que se incluye en relación con éste para pasar a conformar el territorio común (territorio imaginario, ideológico, histórico, ritual, de intercambio económico, de alianza política, etc.).
Por tanto, "reche" es más una respuesta a la improcedente pregunta de "¿quiénes son ustedes?". ¿Cómo se hacen llamar ustedes? Personas nomás, gente. Re che. Una respuesta que suena algo errática, pero que en su extrañeza deja en claro que no hay necesidad de clasificaciones excluyentes para personas y pueblos con diversos modos de vida.
El término reche con que se autodenominaban los antiguos mapuches no era una prerrogativa de superioridad de los antiguos mapuches según entendieron personas como Luis de Valdivia o quizá el mismo Boccara, sino que entraña la comprensión de que pese a la diversidad de rostros, persiste una condición ontológica de pueblos que viven en relación mutua, y que es en estas redes, en este territorio común de convivencia en la diversidad, en donde las personas y los pueblos se constituyen como tales.
1 comentario:
re loco che! :P ta bonito
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