lunes, 31 de agosto de 2015

Película: Valiente (2012)

Valiente (título original: Brave), película de animación digital coproducida entre Disney y Pixar, cuenta la historia de Mérida, una princesa adolescente de la Escocia medieval. Arco y flecha en mano, Mérida cabalga por los bosques y los montes en libertad, hasta que se entera de que será comprometida con uno de los primogénitos de los clanes a punto de rebelarse contra su rey padre. La chica de rizos de fuego intentará entonces hacerle el quite a su destino como moneda de intercambio Lévi-Strauss style, valiéndose de cualquier medio: la flecha, el bosque, la ruptura...

Recuerdo que en su momento se ganó varios comentarios sobre lo novedoso de presentar a una princesa rebelde, prácticamente una figura feminista en el cine infantil. Sin embargo, creo que su premisa, si bien sigue siendo poco usual, no es tan original como el color que le dieron. No hay que olvidar que antes, hace más de diez años, Mulán ya había abierto la puerta a las princesas-heroínas, y dos años antes, en el 2010, Enredados había aportado lo suyo con su versión del clásico infantil Rapunzel. Esta originalidad se diluye un poco más si observamos otro punto común entre las tres antiprincesas, que es una amistad íntima con sus caballos. Curioso.

Pero, bueno, pa' qué tan talibán de la novedad. Desde ya hay cierto mérito en las películas que sacuden nuestros tópicos más caros pero que sostienen formas de dominación. Y si hablamos de películas infantiles, y que además tienen un espacio en la industria cultural hegemónica, entonces el mérito es doble. Bienvenida seas, Mérida.

Desde luego, Disney sigue mapeando mundos exóticos (para ellos), pero en esta ocasión es más sobrio. Me imagino que la mitología escocesa debe ser riquísima, como en cualquier otro lugar del mundo, pero aquí se reduce a los megalitos onda Stonehenge y al fuego fatuo, elemento que a pesar de estar presente de principio a fin, pienso que le faltó personalidad.

La factura técnica es notable, debe haberse visto precioso en la pantalla gigante 3D, aunque quedé con gusto a poco. Siento que un poco más de protagonismo hubiera estado bueno, pero supongo que decidieron enfocarse en la historia, lo que me parece justo porque en general está bien tejida. Los paisajes y escenarios son realistas, bien detallados, un lujo visual que logra evocar los bosques húmedos, las montañas brumosas... un poco como la Füta Karü Mawüsam de nuestro Fütawillimapu profundo. Por ahí me pregunto, ¿llegaremos alguna vez a ver una princesa Disney huilliche?

Mérida y un oso (guiño) paseando por los bosques de Tril Tril.

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Pendientes de comentar:
- Over the garden wall. ¡La ví y aluciné! *0*
- 500 days of summer.

sábado, 29 de agosto de 2015

Película: Cinema Paradiso (1988)

Connotada película ésta. La vi un poco cuando chico pero dado mi corto intervalo de atención en ese entonces (lo que me impidió seguir Dragon Ball y los Caballeros del Zodíaco), sólo recuerdo unos cuantos trozos, aunque memorables todos ellos. Sin embargo, hace poco saldé esta cuenta y creo que hice bien.

Cinema Paradiso es un clásico y su calidad es indiscutible. No sólo es ambiciosa, sino que su ejecución es excelente en muchos aspectos, resultando en un conjunto súper efectivo y satisfactorio. Por esto mismo es que no tengo mucho que decir sobre esta película. Ella lo dice todo, porque además tiene un lenguaje directo, algo que no hace mella en su complejidad sino que le permite conversar con varios públicos.

Me gustan mucho este tipo de películas que recorren la vida de sus personajes (aquí pienso en Boyhood, por ejemplo). Uno se siente un poco como un espíritu que después de morir se dedica a ver cómo el mundo sigue su curso, y en particular cómo sus seres queridos van creciendo, cómo van cambiando, casi como si uno mismo estuviera criándolos, sufriendo sus penas y riendo sus alegrías, aunque sin poder intervenir en ellas. Así me pasó con Cinema Paradiso, donde más que seguir a Totó, somos espectadores de su longeva amistad con Alfredo, desde sus días de pequeño metiche hasta el funeral del viejo y su cine, que llegó a sacarme unas lágrimas huachas.

Encontramos aquí un potente homenaje al cine, a su capacidad de reunir a las personas, de suscitar emociones y, de manera muy importante, pienso yo, a la vocación del arte en general como agente de memoria.

Es común que las canciones acompañen y marquen etapas e hitos de nuestras vidas. Sin embargo, yo diría que en el caso de las películas, este rol es más activo. Éstas no sólo sirven como fondo que adquiere sentido por su presencia más o menos circunstancial en loa momentos más relevantes, sino que ellas mismas se erigen como recuerdos por mérito propio, en diálogo con nuestros recuerdos reales. Aquí, Cinema Paradiso gana por partida doble, gracias a la espléndida música de Ennio Morricone y su hijo Andrea. El acople de todos los elementos es preciso, dando origen al entrañable retrato de un pueblo siciliano de mediados del siglo pasado. Tratándose de un contexto tan lejano al mío en tiempo y espacio, ¿cómo es posible que me haya logrado emocionar cuando la vi siendo niño? El arte y su capacidad de estesis.

domingo, 16 de agosto de 2015

Serie animada: Bee and PuppyCat (2013 - ?)

La vida puede ser muy áspera en estos tiempos de precariedad laboral. Ésta es la realidad de Bee, una joven que se encuentra atrapada en el círculo vicioso del empleo temporal no cualificado: sin experiencia no te dan trabajo, pero sin trabajo, ¿cómo cresta vas a adquirir experiencia?

Cualquier onda entre Bee y Deckard.
La vida es áspera, la lluvia cae a baldes y un policía, rosquilla en mano, está atento a sacarte un parte por cruzar en un semáforo en rojo que no cambia nunca. La vida es áspera y para rematar, te cae en la cabeza un gato. ¿O es un perro? ¿O un gato con olor a perro? Sea lo que sea, PuppyCat cae literalmente del cielo para salvar el día a día de Bee. A pesar de recordar un poco a Doraemon y su bolsillo mágico, este gatoperro gruñón y con voz de sintetizador no se saca aparatos raros ni soluciones tecnológicas, sino "pololos": peguitas temporales de otros mundos asignadas por el súpercomputador TempBot. Estas misiones maravillosas se convertirán en la modesta fuente de ingresos con que Bee se financiará los gustitos simples de la vida, que comparte con su amigo Deckard, en una relación que denota un tufillo a romance, a triángulo amoroso, a perrogato o a todas las anteriores.

¡Sácate wander, choro Puppycat!
Bee and PuppyCat, producida al alero de una incubadora de animación gringa llamada Cartoon Hangover, es una creación de Natasha Allegri y ha sido dirigida por Larry Leichliter, ambos asociados a la serie Hora de aventura (vinculada a su vez con Flapjack, otra joyita). Sus episodios son cortos, y siguen una premisa muy concreta que se cumple en cada uno de ellos de manera casi calcada, lo que podría llegar a latear un poco. Sin embargo, me parece que esta simpleza es más bien superficial.

Se nota una cierta escuela en su adhesión a un humor de multicapa interpretativa, así como en una fantasía que aquí y allá roza el sarcasmo y el absurdo. En cambio, sí difiere de sus congéneres gringos en su aspecto visual, acercándose más a una onda japonesa tipo Doraemon o Arale. Ojo que estas comparaciones las tiro así nomás porque no cacho mucho, pero me refiero básicamente a líneas simples que definen rasgos generales (tanto de personajes como de objetos y de fondos) y a repertorios de gestos emocionales clásicos (achurados para rubor, distintos tipos de ojos) aunque de factura más sutil. Todo ello combinado con los colores apastelados y presumiblemente con el guión, imprimen un clima más apacible, medio "lady" y no tan gritón a las historias.

Con todo, no son muchas las apreciaciones que puedo aventurar, ya que lamentablemente los episodios se estrenan a goteras. El piloto salió en 2013 y los siguientes cuatro capítulos, financiados vía Kickstarter, salieron a fines de 2014. Se han comprometido cinco entregas más, las que con el favor de Dios, Cthulhu y Felipito Camiroaga, saldrían durante este año. Está claro que es un trabajo en proceso y sólo queda esperar que logre ejecutarse con inteligencia, ya que la visión está bien delineada.

Los cinco episodios se pueden ver subtitulados en HardSubCafé.

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Créditos especiales para mi prima Lirayén, que en su gusto (¿manía?) por los monos animados de última generación nos mostró entre otras cosas esta maravilla.

lunes, 10 de agosto de 2015

Película: Wittgenstein (1993)

Hoy doy pelea a la paja comentando una peli que vi hace casi un mes. Casi hago trampa y no la cuento, pero tengo que tener alguna disciplina, aunque sea algo tan irrelevante para mi vida funcional como es tirar unas palabras sobre lo que veo y leo.

Wittgenstein es una película del año 1993, dirigida por Derek Jarman y que retrata la vida y el pensamiento del filósofo que da su nombre a la obra. Dato mish: Terry Eagleton como co-guionista.

Brocacochi buena onda.
Un Ludwig Wittgenstein niño (interpretado con aplomo por Clancy Chassay) nos introduce al relato de su vida, la cual se desarrolla en un estlo teatral: el dramatis personae de rigor, escenografía simple sobre fondo negro, punto de vista único (aunque variando planos) y total, actuaciones más afectadas y parlamentos más concisos. En este viaje conoceremos, además del filósofo y su pensamiento, a su familia, sus trabajos, sus colegas, sus estudiantes y a su amante.

Las escenas protagonizadas por el Ludwig niño son más atractivas por su visual metafórica, que logra dar cuenta de conceptos y estados anímicos, aunque nada impenetrable intelectualmente, nada de qué espantarse. Al contrario, las escenas del Ludwig adulto (Karl Johnson) son más realistas y esquemáticas, aunque sí son más peludas de entender ya que nos muestran su pensamiento filosófico, caracterizado por la jerga académica y, en el caso particular de Wittgenstein, por el aforismo nuclear y condensado.

En alguna parte leí que la academia es uno de esos lugares que, al mismo tiempo que gozan de prestigio, también acogen a las personas más raras y disfuncionales, gente que en otros lugares serían unos parias. Algo así como unos chamanes (en lo excéntrico) pero más picados a sumos sacerdotes (por lo sibarita y poco terrenal). No sé si esto será cierto, pero es más o menos lo que trata Derek Jarman al mostrarnos a un Wittgenstein reñido con el mundo académico, personificado en la dupla del filósofo Bertrand Russel (Michael Gough) y el economista y reclutador Maynard Keynes (John Quentin). Su transgresión no consiste aquí en un estilo tan directo o denunciante como sí en un carácter que combinaba la atracción por el trabajo terrenal (anatema para Russel y Keynes) con un pensamiento riguroso rayano en la autodestrucción epistémica. Desde esta personalidad se embarca en una guerra personal contra el chamullo que lo lleva a plantear la muerte de la filosofía a través de una lógica definitiva que lo explicara todo desde el átomo del lenguaje. Alto proyecto que debo reconocer que me seduce.
Malditos filósofos, arruinaron la filosofía.

Creo que esta película no debe ser vista como una revelación biográfica ni como la humanización del personaje. No es lo primero, porque ya habiendo escuchado sobre las excentricidades de Wittgenstein, acá no se encontrará nada nuevo: están todas sus mañas y sus locuras. Tampoco lo segundo, porque si bien se rehúsa a retratar a un filósofo como un ser de ideas pero de quien no se tiene idea de cómo logra comer o vestirse, mostrando sus redes familiares y sus lazos con la academia, sigue manteniendo una capa de misterio sobre el hombre, sobre lo que pensaba y sentía en su fuero interno. No encuentro que esto sea malo en términos de narración, pero sí podría desilusionar a alguien acostumbrado a las biopics a las que últimamente ha acostumbrado la industria hegemónica, en especial a los espectadores más impresionables como uno.

Con todo, es interesante ver estas anécdotas plasmadas en live action, como le llaman los gringos. Creo que es perfecto para introducir a Wittgenstein, incluso como material didáctico. Así, para los que no conocen a este filósofo, esta película es una buena instancia. Y para los que ya lo cachan, igual vale la pena echarle una mirada en cualquier rato, por último es cortita.


Pendientes y posibles:

  • La recta provincia, de Raúl Ruiz. No he terminado de verla.
  • Cinema Paradiso. La estoy viendo de nuevo.
  • Dos días, una noche. La vi antes de empezar la manda pero estaba bonita.
  • No sé si comentar series. Terminé hace poco Twin Peaks (1° temp.) y Orange is the new black (3° temp.).